EL AMEN DE DIOS
Dios, que se ha comprometido libremente, se
mantiene fiel a sus promesas; es el Dios DE VERDAD, que es lo que significa el
título de Dios Amén: “Quien haya de ser bendecido en el país,
será bendecido en nombre del Dios DE VERDAD“ (Is 65,16).
El Amén de Dios es Cristo Jesús, ya que por Él realiza
Dios plenamente sus promesas y manifiesta que no hay en Él “sí” y “no”, sino
únicamente SÍ: “Tampoco Jesucristo...ha sido un sí y un no; en Él todo ha sido SÍ, pues
todas las promesas se han cumplido en Él. Por eso el Amén con que glorificamos
a Dios lo decimos por medio de Él” (2 Cor 1,19-20). En este texto
sustituye S. Pablo el Amén hebreo por una palabra griega, “nai”, que significa
“Sí”.
Jesús, para recalcar que es el enviado del Dios DE
VERDAD y que sus palabras son verdaderas, introduce en sus declaraciones un
Amén: “EN VERDAD OS DIGO que mientras duren el cielo y la tierra, la más
pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla“ (Mt
5,18). En el Evangelio de S. Juan el Amén es doble: “EN VERDAD EN VERDAD OS DIGO que
veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el
Hijo del hombre “ (Jn 1,51).
Pero Jesús no es sólamente el que dice la verdad, sino
que es la Palabra
misma del verdadero Dios, el Amén por excelencia, el testigo fiel y verdadero: “Escribe
al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el AMÉN, el testigo fidedigno y
veraz, el que está en el origen de las cosas creadas por Dios“ (Ap
3,14).
EL AMEN DEL CRISTIANO Y DE LA IGLESIA.-
Si el cristiano quiere ser fiel, debe responder a Dios
uniéndose a Cristo; el único
AMÉN eficaz es el que es pronunciado por Cristo a la
gloria de Dios: “Cuantas promesas hay en Dios son en Él “Sí”; y por Él decimos AMÉN,
para gloria de Dios“ (2 Cor 1,20).
Por Francisco Pellicer Valero
Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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