CELEBRABA
LA MISA CON
TRES GOTAS DE VINO
Estimado/a hermano/a en Cristo:
Quisiera recordar hoy el heroísmo del Cardenal Francoise-Xavier Nguyen Van
Thuan.
Nombrado por Pablo VI Arzobispo coadjutor de Ho Chi
Minh (la antigua Saigón) en 1975, pasó trece años en las cárceles comunistas de
Vietnam, nueve de ellos en régimen de aislamiento, en una celda sin ventanas, a
oscuras durante semanas o con la luz encendida las 24 horas en otros días.
“AUNQUE QUERÁIS MATARME, YO OS AMO”: Con estas
palabras contestaba a las provocaciones de sus carceleros. En el campo de
“reeducación” celebraba las misas con tres gotas de vino y administraba la
comunión en secreto a otros prisioneros.
En 1988 salió de la cárcel sin haber sido nunca
juzgado y diez años más tarde fue nombrado por Juan Pablo II presidente de
“Justicia y Paz“ y posteriormente Cardenal.
En el año 2000 estuvo en Valencia invitado por la Comisión Diocesana
de “Justicia y Paz” y pronunció una conferencia, a la que asistió numeroso
público y en la que ofreció su testimonio de la prisión.
Ha conmovido a muchos miles de personas con la
lectura de las meditaciones que pronunció durante los Ejercicios Espirituales a
la Curia Romana
presidida por el Papa, en las que recoge muchas de las experiencias
espirituales que maduró en la cárcel.
El telegrama del Papa a su muerte, recordaba: “esta
gran figura sacerdotal y episcopal de su país que, con una fidelidad y valentía
ejemplares ha dado testimonio de su fe en Cristo... El querido hermano difunto
deja el recuerdo indeleble de una vida gastada en la adhesión coherente y
heroica a la propia vocación, como sacerdote atento a las necesidades del
pueblo cristiano y pastor lleno de celo por el evangelio, incluso en el duro
tiempo de la persecución”.
En el telegrama de pésame de nuestro señor Arzobispo
decía: “Siento de veras esta irreparable pérdida y me uno a la acción de
gracias por el don que ha supuesto para la Iglesia la persona y el ministerio del Cardenal
Van Thuan, a quien tuve la suerte de conocer personalmente. Era un hombre de
Dios, sembrador de paz y de esperanza. Ahora sentimos su pérdida, pero nos
consuela la entereza de saber que el Señor habrá premiado a este hijo fiel.”
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