Hasta ahora hemos hablado de tentaciones, que proceden
del demonio, del mundo o de la carne y que tienen por finalidad inducir al mal;
son una especie de trampa (1 Tim 6,9) para hacer caer a los creyentes.
Aunque algunos autores indican que hay tentaciones que
proceden de Dios, la Sagrada Escritura afirma que Dios no tienta a nadie: “Nadie diga que es tentado por Dios, porque
Dios...no tienta a nadie”( Sant 1,13 ).
Lo que sí asegura la Biblia es que Dios somete a
prueba a los hombres:” Oh Dios, nos
pusiste a prueba...” ( Sal 66,10 ). Las pruebas, de origen divino, tienen
por fin evidenciar las cualidades morales de la persona que las padece, darle
ocasión de mejorar mediante el ejercicio de las virtudes y procurarle un medio
de santidad y de mérito“. (Carrasco de Paula en “Tentación” G.E.R. vol 22, pag.
208).
Citemos algunas pruebas a las que sometió el Señor a
su pueblo y a algunos personajes bíblicos:
Dios probó a su pueblo en su marcha por el desierto:
con el agua amarga, que Moisés endulzó (Ex 15, 22-25); haciéndoles pasar
hambre, que dio ocasión a que el Señor les enviase el maná y las codornices (Ex
16,1 s.s.); con el miedo de truenos y relámpagos en el Sinaí, diciéndoles
Moisés que era una prueba de Yahvé y para que tuviesen temor de Dios para
evitar los pecados (Ex 19,16). Los cananeos continuaron algún tiempo en su país
“para probar por su medio a Israel, para
ver si seguía o no los caminos de Yahvé“ (Jue 2,22).
En cuanto a las
pruebas de personajes bíblicos, el libro de Judit nos recuerda a Abraham, Isaac
y Jacob (Jdt 8, 25-26). Sobre Ezequías podemos leer que “fue abandonado por Dios solamente con el fin de probarlo y conocer a
fondo su corazón“ (2 Cro 32,31).
También son probados los israelitas por el Señor para
saber cómo administran la libertad que Dios les ha concedido: “Ante los hombres está la vida y la muerte;
lo que prefiera cada cual tendrá“ (Eclo 15, 17).
VII.- CLASES
DE PRUEBAS.-
Se pueden agrupar de tres modos:
1º.- Las que se
refieren a la relación personal e íntima de Dios con los hombres: sobre su
amor, fidelidad, obediencia, confianza, humildad...
2º.- Las pruebas en las que el Señor trata de corregir
a los hombres como los padres hacen con sus hijos.
3º.-
Considerando las pruebas como fuente de experiencia y sabiduría.
Primer grupo.-
Pertenecen al primer grupo aquéllas en las que Dios prueba la virtud del
hombre y le da la oportunidad de poner en evidencia su fidelidad. Exigiendo
la inmolación de su hijo Isaac (Gen 22, 1-2), el señor prueba a Abraham con la
finalidad de medir la intensidad de su acatamiento y obediencia (Heb11,17-19).
También hay pruebas que son una demostración del Amor
de Dios y una ocasión de corresponderle con el mismo amor: “El Señor vuestro Dios quiere probaros para
ver si realmente amáis al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón y con
todo vuestro ser“ (Dt 13,4).
Asimismo hallamos en la Biblia personajes que nos
sirven como modelo por su fidelidad al Señor: “Los probó como oro en el crisol, y los aceptó como un sacrificio de
holocausto “ (Sab 3,6).
Si Dios utiliza con nosotros la técnica pedagógica de
la “prueba”, es para que seamos más suyos y poder premiarnos: “Dichoso el hombre que soporta la prueba;
porque si la supera, recibirá la corona de la gloria” (Sant 1,21).
El Salmista, inocente e injustamente tratado recurre a
Dios, y sometido a una prueba divina pone de relieve su sinceridad y su
obediencia a los mandatos divinos: “Has
examinado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba sin
hallar malicia en mí” (Sal 17,3).
Jesús dice a los apóstoles: “ Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; yo,
por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí”
(Lc 22).
Por Francisco Pellicer Valero
Foto: Mª del Carmen Feliu Aguilella
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