ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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domingo, 1 de enero de 2012

LOS SIETE DOMINGOS DE SAN JOSE



QUINTO DOMINGO


Hasta aquí hemos asistido a un conjunto de avatares de la Sagrada Familia.



En este quinto domingo contemplamos cómo los gozos y los dolores se alternan en ella y, de modo especial, en el glorioso patriarca San José y en María, creándose un clima de tensiones y de incertidumbres en torno a Jesús como el trasunto de la inquietante realidad de la vida misma.



Primero y a partir de la instalación de la Sagrada Familia en Belén y cuando parece que el sosiego ya se ha alcanzado para ellos, nuevamente el ángel en medio de un sueño y con un mensaje apremiante: "Levántate, toma la niño y a su madre, huye a Egipto y estáte allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo" (Mt 2, 13).


Apenas los magos han marchado de nuevo tras la estrella, cuando la alegría de su adoración y de sus presentes se diluye en un aviso grave y cierto de peligro de muerte. Y hay que abandonar el hogar precario y lanzarse en la alborada a la inquietud del camino, no a cualquier cercanía sino al lejano Egipto. Y de nuevo el claroscuro de la vida cae sobre la familia divina con el contraste ambivalente que, a veces, imprime a la vida humana.



De nuevo la Sagrada Familia en camino: llevarán lo indispensable porque el pobre poco necesita para todo y esa misma pobreza servirá a José para pasar desapercibido. La humildad de José y su espíritu de obediencia le llevan a cumplir el mandato del Señor. Antes quizá del amanecer los esposos y el infante salen hacia el sur mientras, a sus espaldas, los sicarios de Herodes procedían al exterminio de los niños inocentes de Belén.



La Sagrada Familia permanece, pues, en Egipto hasta la muerte de Herodes. Y de nuevo el ángel del Señor: "Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto 7 le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y vete a tierra de Israel; pues han muerto los que atentaban contra la vida del niño" (Mt 2, 19).



José, fiel en todo a los dictados del Señor, cumple sus órdenes con prontitud. Mt 2, 27 nos informa: "... oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá" (Mt 2, 22); y José se retira a Galilea recalando en Nazaret. Allí se adaptaron y vivieron en paz.


Finalmente, este quinto domingo nos trae a meditación un último dolor y gozo: el del Niño perdido y hallado en el Templo. Al cumplir Jesús los doce años (Le 2, 42) subieron con él sus padres a Jerusalén para dar cumplimiento al precepto legal. Es al regreso cuando por la forma heterogénea de agrupación notan la falta del niño. La siguiente jornada la pasan buscándolo sin hallarlo. Luego, un día de camino de regreso a la gran ciudad y al Templo, en medio de la angustia; las preguntas por las calles de la ciudad, las miradas en todas direcciones, las explicaciones, las caminatas y las vueltas infructuosas por las calles ya antes recorridas y las preguntas infatigables al borde de la desesperación. A veces Dios calla en nuestra vida, dándonos la sensación de haberlo perdido.



Al tercer día de suplicio encontraron a Jesús

Las escena nos trae a la mente la meditación sobre el gozo del encuentro. Y como casi todos nosotros hemos vivido situaciones similares comprenderemos las angustias asfixiantes de María y José y la embriagadora y casi insoportable alegría del encuentro.

Por Francisco Pellicer Valero

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