EN MEMORIA DE D. SALVADOR ROCA GRAMAJE
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Se me encarga que escriba unas letras a modo de nota necrológica por el reciente fallecimiento de D. Salvador Roca Gramaje, canónigo penitenciario de la catedral de Valencia y que fue párroco de la iglesia de S. Miguel y S. Sebastián durante años. Lo hago consumo gusto y con agradecimiento porque se me brinda la oportunidad de expresar, públicamente y por escrito, lo que pienso de él.
Muchos saben, o pueden conocer fácilmente, que D. Salvador era valenciano de nacimiento y de corazón, y que ejercía como tal; que nació en 1930 y se ordenó sacerdote en 1955; que fue rector de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y de ésta, de S. Miguel y S. Sebastián que acoge a nuestra querida Asociación Bíblica San Pablo; que fue titular del arciprestazgo n° 1 de la diócesis, miembro del Colegio de Consultores desde 1994 y que tomó posesión del cargo de canónigo penitenciario de la catedral de Valencia el 15 de enero del año 2.000, sábado, día especialmente dedicado a la Virgen María, a la que tanta devoción tenía.
Pero mi reseña ha de tener forzosamente un tinte personal, pues tuve mucho contacto con ese gran sacerdote que era D. Salvador, grande física y espiritualmente; hombre de patente (y potente) vocación hacia el sacerdocio y hacia el constante estudio. Dotado de gran memoria y erudición, sus atinadas homilías, que se nos hacían cortas, sonaban siempre como una nueva lección antes inaudita. Combinó de una manera asombrosa una mente de visión amplia y actualizada, con una firme y razonada adhesión al magisterio de nuestra Iglesia Católica, que tan bien conocía.
Recordaré siempre, y conmigo el grupo de amigos y parientes que regularmente nos reunimos, la charla que nos dio sobre lo que es ser canónigo, su misión como penitenciario y exorcista, que causó la admiración del grupo por sus vastos conocimientos históricos. Siempre lo recordaremos con gran cariño.
Y no puedo menos que recordar las numerosas, ilustradoras y formativas conversaciones que mantuve particularmente con él, siempre dispuesto a resolver cualquier duda, a tratar cualquier tema con profundidad, sin regatear tiempo ni datos, como si no tuviera otra cosa que hacer en ese momento. No debo ocultar tampoco las visitas a mi casa, con motivo de mi dolencia que duró casi un año, cuando me traía el Santísimo Cuerpo de Jesús y sus consejos, ánimos y consuelos que culminaron con la unción de los enfermos que le pedí y me administró, a partir de la cual mi cuerpo y me espíritu se reavivaron.
En estos momentos en que rezamos por su eterno y merecido descanso, sin dudar de que, por su vida y su muerte ejemplar, por sus últimas palabras de aceptación de la voluntad divina, como nos relató el Sr. Arzobispo en su homilía en la catedral, durante la Santa Misa de "corpore in sepulto", estará ya gozando de la compañía del Señor a quien dedicó totalmente su vida y le había declarado "Heme aquí que vengo para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad" (Heb.10, 7) y habrá escuchado del Altísimo las famosas palabras: "Tú eres sacerdote para siempre..." (Heb.7,17).
Para siempre estará en nuestra memoria el buen sacerdote y querido párroco D. Salvador Roca. (Q.E.P.D.)
Por José María Catret Suay
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