HOMILIA. DOMINGO III DE ADVIENTO. 15 DICIEMBRE 2013
Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol en Ermua, Vizcaya
Homilía desde la parroquia Santiago Apóstol en Ermua, Vizcaya
D. Alex Alonso Gilsanz, párroco.
¿Quién eres Tú?
Seguimos avanzando en nuestro caminar por el tiempo de Adviento. Si hasta ahora se nos llamaba a la esperanza, hoy se nos llama a la alegría. Todavía no es la alegría desbordante de la Navidad, pero sí es la alegría propia de quienes saben que con Jesucristo sus vidas pueden cambiar, y este mundo puede ser distinto.
En la primera lectura de hoy tenemos un mensaje muy claro: en los momentos en que sintamos tristeza y depresión o cuando nos veamos en situaciones desesperadas, nos vendrá muy bien leer esta página de Isaías, profeta consolador. ¡Cómo necesitamos a los profetas!
Esto no es un sueño. Es el anuncio de una realidad transformadora. "Dios viene en persona". Y Dios es bendición y es gracia, lo deja todo lleno de hermosura yde vida. Al paso de Dios todo se renueva.
El evangelio pone de manifiesto que no siempre es fácil reconocer ni al enviado ni la salvación que Dios ofrece. Sobre todo si no coincide con nuestros esquemas mentales o religiosos. Se necesita un serio análisis, una búsqueda sincera y un saber aceptar lo bueno venga de donde venga. Juan Bautista obró así.
Ser cristiano no consiste en hablar. Al hombre no se le mide por lo que habla, sino por lo que hace. Hay quienes hablan mucho y no hacen nada. Hay quienes hacen mucho y hablan poco. Vale más un corazón sin palabras que palabras sin corazón.
Hablar es fácil, prometer es fácil. Al naranjo, sin hablar, se le conoce por su madera, sus hojas, sus flores y sus frutos.
Al buen carpintero lo conozco no por lo que dice, sino por sus obras. Igualmente a la buena modista.
Ser cristiano no es saber mucho de Biblia, saber mucho de Dios, etc. Hay analfabetos que son unos verdaderos santos y hay sabios que son unos verdaderos canallas.
Cuentan que un hombre, ya mayor, casado, se convirtió y se bautizó. Por lo visto, todavía no estaba bautizado. Un compañero de trabajo, también sin bautizar, un día le preguntó, en tono de burla: "Si te hiciste cristiano, dime quién es Cristo, dónde nació, dónde vivió, dónde murió".
El pobre convertido casi no tenía estudios y no podía responder a tantas preguntas, pero le contestó: "Mira, yo no tengo cabeza para aprender tantas cosas como tú me preguntas. Pero te puedo decir que, antes de bautizarme, yo era un borracho, maltrataba a mi mujer, los hijos me tenían mucho miedo; cuando llegaba a casa borracho, los niños se echaban a llorar y se escondían. Desde que me convertí, no me he vuelto a emborrachar, no he vuelto a maltratar ni a insultar a mi mujer y los hijos ya no me tienen miedo, sino que me quieren mucho".
Hermanos y hermanos: al cristiano se le conoce por su conducta, por su comportamiento.
Juan el Bautista estaba en la cárcel porque, cuando mandan los bandidos, los buenos tienen que ir a la cárcel. Desde allí envió a dos discípulos a Jesús para preguntarle si era él el Mesías, es decir, el Salvador que iba a venir al mundo y del que hablaban las páginas de la Biblia. Fue entonces cuando Jesús no les presentó palabras, les presentó obras: daba vista a los ciegos, daba oído a los sordos, hacía caminar a los tullidos, resucitaba a los muertos y todas sus preferencias eran los pobres. ¡Y cuánto nos cuesta a nosotros darles preferencia a los pobres!.
Cristo tuvo, sobre todo, obras en favor de los demás. Pasó por el mundo haciendo el bien.
Ser cristiano no es prometer, ni es protestar, ni es reclamar, aunque tenemos que protestar contra las injusticias y tenemos que reclamar lo que nos pertenece. Ser cristiano es, sobre todo, remediar; es tender una mano hacia aquel que nos necesita.
Cuentan que un hombre vio en la calle a una niña aterida de frío y hambrienta. Este hombre se enfadó con Dios, diciéndole: "¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para remediarlo?".
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche aquel hombre oyó una voz que le decía: "Ciertamente he hecho algo. Te he hecho a ti para que socorrieras a la niña".
Repito: lo cristiano no es ser hijos-hijas de la queja, sino remediar, ayudar.
Decía Jesús: "Si no creéis mis palabras, creed a mis obras". Es que son las obras las que indican si somos cristianos de verdad.
En esta recta final del tiempo de espera entresacamos de las lecturas tres consejos :
1- La paciencia todo lo alcanza. ¿Qué te inquieta, qué te roba la paz, qué te preocupa en estos momentos? Paciencia, calma, sosiego y serenidad.
2- ¡Estad siempre alegres! Seamos hombres y mujeres portadores de Buenas Noticias, sembradores de esperanza. El Señor viene repleto de fuerza y de ternura. Viene para decirte, a ti, en persona: "Mi alegría es tu victoria; confía en mí, ¡no temas!"
3- Contempla y admira. Observa la vida con limpia mirada, con otros ojos, ¡cambia si es preciso de gafas! Admira que los cojos andan, los sordos oyen, los leprosos son curados y los muertos resucitados. ¿Has perdido con el paso de los años la capacidad de admiración y de asombro? Recuerda que absolutamente nada es imposible para Dios.
El verdadero cristiano es aquel que vive en la esperanza, cree posible la victoria, encuentra siempre un motivo para aupar bien alto su corta mirada. Muy por encima del dolor y el sufrimiento, Dios Nuestro Señor nunca defrauda, cumple siempre su palabra, atiende solícito todas y cada una de nuestras demandas. ¡Dios nos ama!
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