HOMILIA -VIGESIMO TERCER DOMINGO- 8 SEPTIEMBRE 2013
-Desde el principio de su actividad pública empezó Jesús a reclutar seguidores que le acompañaban en calidad de discípulos. Se fueron haciendo cada vez más numerosos y, años más tarde, comenzaron a llamarse "cristianos" en Antioquía. Ser cristiano es haber optado por Cristo con preferencia a otras posibilidades y esa opción incluye compromisos de por vida. Cada uno debe saber y recordar con frecuencia a qué se ha comprometido.
-Hace dos domingos, en una de las lecturas, la segunda, se nos aseguraba que "Dios corrige a los que ama". Y creo que es verdad. Esta realidad nos hace sufrir porque no llegamos a conocer, en muchas ocasiones, los caminos de Dios.
Si tenemos pocos y oscuros conocimientos de las cosas humanas, ¡cómo podremos comprender los planes de Dios sobre el hombre y su historia!.
Pero Dios nos envía su Espíritu desde el cielo para que vislumbremos los secretos divinos y orientemos nuestro camino hacia el Señor. Aunque no sea grande nuestro conocimiento sobre los designios de Dios, sí puede ser grande nuestra voluntad y decisión de seguir el camino hacia él dejándose llevar por el Espíritu del Señor.
Porque es cierto que sin el don de Sabiduría, sin el don del Espíritu Santo que Jesús nos ha enviado, seríamos incapaces de agradar a Dios. La Sabiduría religiosa, que está en relación con la Palabra creadora de Dios, es un don que hay que suplicar.
En la primera lectura, el gran sabio Salomón nos dice que solamente bajo la acción del Espíritu de Dios comprenderemos los designios del Señor sobre nosotros. El mismo Salomón hace una oración a Dios pidiéndole Sabiduría para gobernar a su pueblo.
-San Pablo nos introduce en el Evangelio al indicar que el amor de Dios exige renunciar a los propios derechos personales. En el Evangelio de hoy el Señor señala la condición básica para seguirle de cerca: Amarle a él más que a todas las cosas: familia, bienes, etc.. y también: estar dispuestos a tomar la cruz, como él lo hizo.
-Todo exige una preparación intensa y una serena y sincera reflexión como los que van a dar una batalla o los que intentan construir una casa. Han de reflexionar sobre sus posibilidades y han de emprender la tarea con decisión y con esperanza en el éxito. Jesús, el Señor, expone con sinceridad a la mucha gente que le seguía, lo dificil de su Evangelio y lo costoso del camino que les ofrece.
No está preocupado por conseguir muchos seguidores, por lograr muchos votos o largos aplausos. Jesús de Nazaret expone, simplemente, la verdad de su Evangelio con sus durezas y con sus alegrías y satisfacciones.
Nosotros, a menudo, queremos compaginar nuestros criterios con los de Dios; e incluso, tratamos de someter a Dios a nuestras personales opiniones y juicios. Solemos hacer lo que popularmente se dice: "poner una vela a Dios y otra al diablo".
Y eso no lo acepta el Señor. Nos dice que no quiere compartir nuestro corazón con nadie y hemos de ponerle en el primer puesto de nuestras preferencias. El seguimiento de Jesús toca el corazón en su sagrario más secreto, el amor, a quién amar y cómo orientar el amor. Las expresiones que utiliza el Señor, no debemos entenderlas como invitación al desprecio y rechazo de las realidades humanas, sino como una afirmación de que Dios está por encima de todas ellas; y que esas realidades tan queridas por nosotros-familia, bienes, amistad...- no impidan nuestro amor a Cristo.
Por algo la vida cristiana entraña renuncias y sufrimientos: entraña la Cruz!! Y por eso Santa Teresa de Jesús le decía al Señor en uno de esos diálogos amistosos que tenía con él: "¡no me extrañes que tengas pocos amigos, pues exiges mucho, exiges demasiado!".
Cuando Jesús es lo principal en la vida de un cristiano se comprende la necesidad de seguirle por amor cargando con la Cruz o cruces y la necesidad de renunciar a todo lo que puede convertirse en obstáculo.
Seguirle no es ser coro de comparsa, ni admiradores fáciles. Seguirle es abrazar su proyecto de vida y asumirlo.
-Me surgen algunas preguntas:
¿Qué es indicio de madurez personal, de sabiduría, el acumular cosas o el vivir desprendido?
¿Quién es una persona más humana, más sabia, el que comparte con el que no tiene o el que no da nada de lo suyo?
¿Quién está más cerca de Dios, el que está libre de todo o el que vive pendiente y esclavo de tantos intereses?
SOLO RENUNCIANDO A LO NUESTRO SEREMOS CAPACES DE SEGUIRTE, JESUS.
SOLO REGALANDO NUESTRA VIDA A LOS DEMAS CONSTRUIREMOS JUNTOS TU REINO
Alex Alonso Gilsanz--
Como dice un proverbio indio que se lo aplicaba a su vida, Santa Teresa de Calcuta: "Todo lo que no se da, se pierde". Aplicándolo a las enseñanzas del Evangelio y a todo lo dicho anteriormente, creo que es el mejor ejemplo de una vida evangélica. Debemos soltar lastre y quedarnos con lo esencial de nuestras vidas para ser auténticos cristianos y, yo creo que desde una vida de austeridad es como es comprendido el mensaje evangélico ya que el rico quiere ser cada vez mas rico y en cambio el pobre, lo poco que tiene lo comparte. No nos debemos preocupar por el mañana que a cada día le viene su ocupación (la pre-ocupación no debería existir en el autentico cristiano). Si las circunstancias de la vida nos obliga a vivir con austeridad, digamos el paro por ejemplo, es un momento ideal para cuestionarnos estas cosas, yo lo llevo haciendo desde hace casi cuatro años que llevo así. Os invito a vivir esta situación desde otra perspectiva y no os angustiareis tanto
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