ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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jueves, 7 de junio de 2012

EL ENTORNO DE LOS PROFETAS

EL ENTORNO DE LOS PROFETAS (14)

"Esto nos confirma la palabra de los profetas,
y hacéis muy bien en prestarle atención" (2Pe. 1,19)
ESDRAS

¿Qué pretendía Esdras? Sacerdote de una familia sadoquita deportada a Babilonia, había llegado a Jerusalén en tiempos de Artajerjes I, hacia el 458 a. C. con una nueva caravana de repatriados, o en el año 398 a. C. según otra hipótesis. Como "escriba de la ley del Dios del cielo" (Esd. 7,12-21), procuró llevar a cabo una reforma religiosa y cultural, lo que revestía un interés de orden político para los persas.
Empujado por un notable fanatismo, arremetió sin piedad contra los matrimonios mixtos, y en una asamblea solemne proclamo "la ley" a la que el pueblo se había obligado mediante la renovación de la alianza (Neh.8-10). Era un momento histórico encaminado a concentrarse en el espíritu del Deuteronomio asentado durante el tiempo del exilio = ¡alcanzar la gracia mediante la observancia de la ley! Cabe decir que se trata de una Carta Magna para la renovación de la vida del pueblo israelita
Esdras, comparado frecuentemente con Moisés, pasa por ser el fundador del judaismo primitivo de corte cúltico y legal, y que se alejaba del mensaje profético. Se definió una época nueva. Tanto que la comunidad de Samaría relacionó siempre con el nombre de Esdras su separación religiosa ("Cisma samaritano"), y se atuvo sólo al Pentateuco en los tiempos posteriores. Esta separación del Sur fue definitiva desde el s. IV, aunque hoy nos es imposible señalar la fecha exacta en la que Samaría construyó su santuario sobre el monte Garizin, en Siquen. (2 Mac. 6,2).

RESUMEN.-
El testigo de Elias fue recogido por los grandes profetas: por Isaías en el s. VIII, cuando comienza el movimiento minoritario a favor de la exclusividad de Jahveh. En el s. VII se impone su veneración exclusiva con Jeremías, para quien los dioses de las grandes potencias son "obra de sus manos", "no-Dios", "aliento vano". En el s. VI ya estamos en el monoteísmo estricto, que niega la existencia de otros dioses.
Tras la concentración del judaismo en la ley, después del exilio, apenas existió un profetismo que hiciera de contrapeso a la institución. Faltó la protesta carismática. Sin duda existen aún unos pocos profetas, pero no como en la época clásica, sino que, como ocurre en el "Tritoisaías" y en el "Deuterozacarías", se han convertido en intérpretes autorizados de la tradición. En efecto, se produce entonces una notable ampliación del concepto "profecía", con su consiguiente pérdida de perfiles, pues todos los autores de las sagradas Escrituras pueden llamarse profetas en este nuevo sentido. "No nos queda ni un profeta" se lamenta uno de los salmos (Ps.79,4). Más tarde dirán los rabinos que el Espíritu Santo se alejó de Israel tras la muerte de los profetas Ageo, Zacarías y Malaquías.
Ángel Aguirre. Consiliario

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