ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 26 de marzo de 2011

LA MUERTE DE SAN JOSÉ

            El bienaventurado San José fue asistido en su hora postrera por el mismo Señor y por su Madre. Vencedor de esta mortalidad, aureoladas sus sienes de luz, emigró a la Casa del Padre.
Había llegado la hora de dejar este mundo y con él dos tesoros, Jesús y María, que le estaban encomendados y asistido con la gracia de Dios, les procuró lo necesario con su trabajo diario. Había cuidado del hijo de Dios y ese sin fin de cosas que un padre desmenuza con pequeñas explicaciones a su hijo. Terminó su oficio paterno que ejerció fielmente con la máxima fidelidad. Consumó la tarea que debía llevar a cabo.
No sabemos en qué momento tuvo lugar la muerte del Santo Patriarca. Cuando Jesús tenía doce años es la última vez que aparece en vida en los evangelios. También parece cierto que le hecho de la muerte debió tener lugar antes de que Jesús comenzara el ministerio público. Al volver Jesús a Nazaret para predicar, la gente se preguntaba: "¿Pero no es este el hijo de María". De ordinario no se hacía referencia directa de los hijos a la madre sino cuando ya había muerto el cabeza de familia. Cuando es invitada María a las bodas de Cana, al comienzo de la vida pública, no se nombra a José, lo que sería insólito según las costumbres de la época si el Santo Patriarca viviera aún. Tampoco se le menciona a lo largo de la vida pública del Señor; sin embargo los habitantes de Nazaret llaman en cierta ocasión a Jesús "el hijo del carpintero", lo que puede indicar que no había pasado mucho tiempo desde su muerte, pues aquellos todavía lo recuerdan. José no aparece en el momento en que Jesús está a punto de expirar. Si hubiese vivido aún, Jesús no habría confiado el cuidado de su Madre al apóstol predilecto. Los autores están conformes en admitir que la muerte de San José tuvo lugar poco tiempo antes del ministerio público de Jesús.
No pudo tener San José una muerte más apacible, rodeado de Jesús y de María, que piadosamente le atendía. Jesús le confortaría con palabras de vida eterna. María, con los cuidados y atenciones llenos de cariño que se tienen con un enfermo al que se quiere de verdad. La piedad filial de Jesús le acogió en su agonía, le hablaría del convite celestial al que iba a ser invitado por el Padre Eterno. Vas a entrar en la casa celestial para recibir tu salario.
Jesús y María cerraron los ojos de san José y prepararon su cuerpo para la sepultura.Es lógico que san José haya sido proclamado Patrono de la buena muerte. Pues nadie ha tenido una muerte más apacible y serena y entre Jesús y María. A él pediremos cuando ayudemos a otros en sus últimos momentos. A él pediremos ayuda cuando vayamos a partir hacia la Casa del Padre. Él nos llevará de la mano ante Jesús y María.
Por francisco pellicer valero

sábado, 19 de marzo de 2011

"Protector y custodio fiel"

La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para un oficio singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar.
Esta norma se ha verificado de un modo excelente en san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor.
Si relacionamos a José con la Iglesia universal de Cristo, ¿no es este el hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo en el mundo se desarrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es san José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular.
José viene a ser el broche del antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa.
No cabe duda de que Cristo no sólo no se ha desdicho de la familiaridad y respeto que tuvo con él durante su vida mortal como si fuera su padre, sino que la habrá completado y perfeccionado en el cielo.
Por eso, también con razón, se dice más adelante: Pasa al banquete de tu Señor. Aun cuando el gozo significado por este banquete es el que entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decir: Pasa al banquete, a fin de insinuar místicamente que dicho gozo no es puramente interior, sino que circunda y absorbe por doquier al bienaventurado, como sumergiéndole en el abismo infinito de Dios.
Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

De San Bernardino de Siena, Sermón 2, sobre san José (Opera omnia, 7, 16.27-30)


martes, 15 de marzo de 2011

SAN JOSÉ, PADRE DE JESÚS


Los Evangelios en repetidas ocasiones nombran a San José como padre de Jesús, y habitualmente es así como lo llamaba Jesús en la intimidad de Nazaret al dirigirse al Santo Patriarca. Jesús siempre fue considerado hijo de José y éste siempre ejerció el oficio de padre dentro de la Sagrada Familia.
Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació virginalmente para María y para José por voluntad divina. Dios quiso que Jesús naciera dentro de una familia y estuviera sometido a un padre y a una madre y cuidado por ellos.
San José tuvo para Jesús verdaderos sentimientos de padre, su corazón estuvo bien preparado con un amor ardiente hacia el Hijo de Dios y hacia su esposa, mejor que si se hubiera tratado de un hijo por naturaleza. José cuidó de Jesús amándolo como a su hijo y adorándole como a su Dios. Amó a Jesús como un don misterioso de Dios otorgado a su pobre vida humana. Se consagró sin reservar sus fuerzas, su tiempo, sus cuidados. Su amor era dulce y fuerte, tranquilo y ferviente, emotivo y tierno. Podemos representárnoslo con el Niño en brazos cantándole y acunándolo para que durmiera, haciéndole pequeños juguetes y prodigándole sus  caricias como hacen los padres.
San José vivió sorprendido de que el Hijo de Dios hubiera querido ser también su hijo.
Hemos de pedir a San José que sepamos nosotros quererle y tratarle como él lo hizo.
El evangelio de Lucas nos refleja con un humanismo enternecedor y profundo esa realidad cuando Jesús se pierde a los doce años en el viaje a Jerusalén, que obliga a sus padres a regresar de nuevo a la ciudad al apercibirse de su extravío, hasta el momento dichoso de descubrirlo -qué maravilla- hablando con autoridad a los doctores de la ley. Y Lucas cuenta el diálogo entre María y su hijo: "Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote."

Por francisco pellicer valero


martes, 8 de marzo de 2011

SAN JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA

A todos los santos se les suele conocer por una cualidad especial que sirve de modelo para los demás cristianos. Así, a San Francisco de Asís se le conoce por su amor a la pobreza, al Santo Cura de Ars como modelo de sacerdote entregado al servicio de las almas, a Santo Tomás Moro por su fidelidad a sus obligaciones como ciudadano y por su fortaleza para no ceder en la fe que le llevó al martirio.
De San José nos dice S. Mateo que fue "el esposo de María". De ahí le viene su santidad y su misión en la vida.
Jesús nació en el seno de una familia verdadera. José no fue un protector de María, sino su esposo.
En el pueblo judío el matrimonio constaba de dos actos: esponsales y nupcias. El primero de ellos era la promesa de una futura unión matrimonial, al año se celebraban las nupcias. En este segundo tiempo la Virgen recibió la visita del Ángel y el Hijo de Dios se encarnó en su seno. José la tomó como esposa en el misterio de su maternidad.
José y María renunciaron a los derechos de la unión matrimonial por una inspiración y gracia que Dios derramó sobre sus almas.
Jesús nació dentro de una familia verdadera y fue tomado como legítimo por quienes no conocían el misterio de su concepción sobrenatural y ambos encontraron su ayuda y apoyo en José y así en la Virgen fueron honradas a la vez el matrimonio y la virginidad.
En María y José tienen los esposo el ejemplo de lo que deben ser el amor y la delicadeza.
Del mismo modo en María y José encuentran su imagen perfecta aquellos que han entregado a Dios todo su amor en un celibato apostólico o en la virginidad vivida en medio del mundo, pues la virginidad y el celibato por el Reino de Dios no solo no contradicen la dignidad del matrimonio sino que la presuponen y la confirman. El matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único misterio de la alianza de Dios con su pueblo.
En Nazaret se desposaron José y María y allí tuvo lugar el misterio de la Encarnación.
María y José se dejaron guiar siempre por las inspiraciones bíblicas. Cuando José supo que el hijo que María llevaba en su seno era obra del Espíritu Santo redobló su amor hacia ella, la amó no como un hermano, sino con amor de esposo limpio y profundo que hizo superflua toda relación carnal.
Los Evangelios nombran a San José como padre en varias ocasiones, y este era el nombre que habitualmente en el hogar de Nazaret usaba Jesús para designar al Santo Patriarca.

Por francisco pellicer valero

viernes, 4 de marzo de 2011

Resumen de la conferencia impartida por nuestro Consiliario, D. Angel Aguirre, en la reunión de formación del pasado 26 de Febrero.


  ECUMENISMO E ISLAM




             

            Se entiende por ecumenismo el esfuerzo que de mutuo acuerdo han determinado hacer los representantes de las confesiones cristianas, en busca de la unidad. Claramente no basta con rogar a Dios con esta intención cono hacemos en la liturgia nuestra cada año con el "Octavario por la Unión de las Iglesias". No basta por aquello del conocido refrán: a Dios rogando y con el mazo dando"
            El ecumenismo ha gozado de buena salud tiempos atrás, y no sé si ahora estamos en un ralentí, pero sigue en pie. Por esta razón, también está claro que, tratándose del Islam, la palabra ecumenismo no puede emplearse con propiedad, porque no se trata de una confesión cristiana. Sin embargo, en un sentido amplio, puede decirse que el ecumenismo es un diálogo.
            A este respecto, el Concilio Vaticano II motivó el Diálogo Interreligioso con la Declaración del Papa Pablo VI "Nostra aetate". Refiriéndose a la religión del Islam, dice: "La Iglesia mira con aprecio a los musulmanes...", y a continuación hace un exposición de todas las coincidencias que se pueden encontrar entre su religión y la nuestra, y lo hace como si se temiera que todo lo dicho no bastara a contentar, y se dudara del resultado con ellos. Al menos a mí me da esa impresión. Y sigue el texto:"Por ello aprecian (los musulmanes) la vida moral, y honran a Dios, y sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno". (Son éstas las tres obligaciones o preceptos que el Corán les impone)- Sigue más: " Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias..., olvidando lo pasado, procuren... defiendan... y promuevan unidos..."
            Después de treinta años de incipientes contactos, apenas ha podido entablarse el diálogo interreligioso debido a que el núcleo oficial musulmán se niega a dialogar, basándose en la superioridad que se atribuye por encima de cualquier otra religión. El Islam lleva consigo además del problema religioso, otro más serio, que es el político.
            Desde 1988 hasta 2002 se habían celebrado cinco Congresos Internacionales a distancia organizados por Crislam. Los participantes católicos de cada Congreso fueron numerosos y variaron mucho. Por parte musulmana fueron pocos y casi siempre fueron los mismos.
            Resultado: tal como se ha programado, tal diálogo no cabe entre el Islam y el Cristianismo.
            Refiriéndose el obispo libanés Paul Bassim al diálogo con los musulmanes, escribía al Cardenal Pignedoli el 6 de julio de 1977: "Podemos declarar con franqueza nuestro pesimismo respecto a un diálogo con el Islam."
            Para el Islam, no cabe diálogo con un enemigo reconocido como el Cristianismo. La superioridad de la Nación-Comunidad musulmana por ellos predicada, es para ellos un dogma. Es el mismo Dios, dicen ellos, quien proclama:" vosotros sois la mejor comunidad que se ha hecho surgir entre los hombres" (Corán 3,106) Los descreídos, empezando por los judíos y cristianos serán condenados irremisiblemente. Habla Alá:"Si Yo lo quisiera, podría hacer que a los descreídos se los tragase la tierra. ¡O hacer caer sobre ellos un pedazo de cielo! (34,9). Los descreídos irán sin remisión y para siempre a los tormentos del infierno porque el clemente, el compasivo, el misericordioso Alá "¡ no los perdonará"! (v. 36). El Corán habla de tres clases de decisiones divinas. La primera es tajante: los que no escuchasen al Profeta y abrazasen el Islamismo, condenados estaban sin remedio para toda la eternidad. (Entre otros, el vers. 37 del sura II)
            El especialista en la materia, el Dr. Gregorio Sánchez Doncel, dice al respecto, que por parte de los dialogantes cristianos, es increíble el número de participantes que han traspasado el límite de la prudencia exigida por el Vaticano II, llegando incluso a reconocer la religión musulmana como la verdadera. Algunos han demostrado ignorar lo que enseña el Islam. Yo mismo, dice ese especialista, lo ignoraba hasta que me dediqué a su estudio.
Renán fue un atacante del Islam, y ya decía en 1875 que no solo es una religión del Estado, sino que es una religión que excluye al Estado, que lo fagocita.
            Para el Islam supuso una modernización la encrucijada de 1924, cuando e disolvió el califato. Y es un punto sin retomo. Entonces ya se hicieron correr ríos de tinta acerca de la necesidad o no de reinstaurar la institución califal. Porque ciertamente están en uso las siete ciencias coránicas, entre ellas, la "ciencia del abrogante y el abrogado", que especifica qué aleyas derogan a cuales, porque en el texto hay algunas infiltraciones puntuales debidas a Iblis (el diablo).
            Ahora, en los momentos actuales, surge un tiempo de espera a causa de las revueltas que se están produciendo en tantos países árabes, y por ello podríamos esperar que se produjeran cambios con más perspectivas para un sano y fructífero diálogo. Parece ser que el sentimiento generalizado de las revueltas es terminar con los regímenes teocráticos e instaurar una democracia. En cuyo caso podrían prosperar mejores condiciones de diálogo. Sería de desear.
            
               Angel Aguirre.