ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA ACCION DE GRACIAS DEL RESUCITADO

“La acción de gracias del Resucitado”


            Desde la ofrenda de pan y vino de Melquisedec hasta la formación del Canon Eucarístico según queda fijado por San Pablo en I Corintios 11, 24-25, relato basado en la Institución de la Eucaristía en la Ultima Cena del Señor, recorremos un largo camino a través de las páginas de la Sagrada Escritura; sin embargo, el eje director de los dos eventos, la matriz de todo, es la acción de gracias. Y ésta, la del Resucitado.
           

            Con el mandato del Señor de repetir la acción litúrgica del Jueves Santo “en memoria Mía” los Apóstoles quedan ligados a realizar y transmitir el memorial de la Muerte y Resurrección de Cristo que el mismo Señor anticipa en esta Ultima Cena.
           
            Tras la Muerte de Jesús los Apóstoles se alejan del culto sacrificial del Templo; no obstante, siguen participando en la celebración de la lectura y la oración de los judíos, ya sea en el Templo o en las sinagogas. Con el tiempo este distanciamiento se radicaliza ya que los primeros cristianos comienzan a dar forma a su propia celebración litúrgica cuyo eje ahora ya no es la cena comunitaria, la celebración del Shabat (http://asociacionbiblicasanpablo.blogspot.com.es/2011/05/la-primitiva-liturgia-segun-lucas.html). La clave se desplaza al carácter sacrificial de la Muerte y Resurrección como punto culminante de la Historia, por lo tanto, a partir de este momento el tiempo litúrgico asume como día propio para la Eucaristía el Domingo, el “Día del Señor”, el día del encuentro con el Resucitado.

            La interpretación del hecho litúrgico eucarístico como un “corpus” integrado en el ágape comunitario pero con su propia dinámica interna se alcanza no de inmediato sino paulatinamente en la comprensión de que en medio de la comida se desarrolla una anticipación del hecho salvífico por excelencia: la Acción de Gracias del Señor por la Resurrección que acaecerá después de su Muerte. La ofrenda del pan y del vino, la bendición, como antaño lo hiciera Melquisedec, tienen por objeto ser las especies en que la acción de gracias se torna vivificante en su sacralidad al ser las sustancias en las que el sacrificio de Jesús se hace real. La entrega que el Señor hace de Sí mismo va más allá otorgándole a los alimentos aludidos la categoría de ser su Cuerpo y su Sangre, de ser su Presencia real entre nosotros.

            Este es el Testamento que nos otorga y que cobra todo su valor en la hora de nona de lo que litúrgicamente conocemos como Viernes Santo, porque en aquel momento crucial en que el Señor entrega su Espíritu está bebiendo el Cáliz de Salvación que nosotros heredamos. En el momento sublime en que de su costado traspasado por la lanza mana sangre y agua nace la Iglesia, la Asamblea de los hombres a quienes se ha encomendado realizar la memoria de Su sacrificio por los siglos de los siglos.

             



Mª del Carmen Feliu Aguilella
Fotografía Mª del Carmen Feliu