ASOCIACION BIBLICA SAN PABLO

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sábado, 26 de octubre de 2013

NOTAS SOBRE LA JUNTA PROVINCIAL (13)



  NOTAS SOBRE LA JUNTA PROVINCIAL (13)


Por Francisco Pellicer Valero


La Circular n° 32, de abril de 1987, contiene un resumen de una conferencia dada por mí en las reuniones que, por aquellas fechas, celebrábamos en Sta. Catalina. La conferencia trataba de "La actitud de Jesucristo con la mujer" que, por su temática, complementa mi artículo de la última circular.

Jesús tuvo, con las mujeres, una serie de "actitudes o posturas" notabilísimas y de infinita dignidad.

I. Alude a ellas frecuentemente.-
 Habla del trabajo de las mismas (Mt 24, 20 y ss.j; de la alegría de la madre que olvida los dolores del parto ante la llegada del hijo (Jn 16, 21); ensalza la ofrenda de la viuda con su pequeño óvolo (Me 12, 41- 44); que hay rameras con buena voluntad (Mt 21, 28 s); protege a las viudas (Mc 12, 40), etc.

II. - Se ocupa de ellas en sus parábolas.- Compara el Reino de Dios con la levadura que hace una mujer(Mt 13, 33); destaca la oración de súplica en la parábola del juez inicuo y la viuda importuna (Le 18, 1-8); poetiza la alusión se Mt 9, 16 sobre el arreglo de un vestido viejo con un paño nuevo.                     

III. - Su trato con las mujeres se aparta de las costumbres habituales.- Habla a solas con la samaritana (Jn 4, 27); mantiene una bella amistad con Marta y María (Le 10, 38); se deja tocar por la hemorroisa (Me 5, 25-35); quebranta el sábado por sanar a una mujer oprimida por Satanás (Le 13, 110-17).

IV.- Cura a mujeres enfermas.- Además de sanar a las mujeres que acabamos de indicar, cura a la suegra de Pedro (Le 4, 38-39) y a la hija de la mujer cananea (Mt 15, 21-28).

V. - Resurrecciones.- En la resurrección de la hija de Jairo (Mt 9, 18 ss) una mujer es la protagonista. Cuando resucita al hijo de la viuda de Naim (Le 7, 13), Lucas destaca que "al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: no llores" Y resucitó a Lázaro a ruegos de sus hermanas (Jn 11, 33).     
                                                                                              
VI. - Perdona a las mujeres.- A la samaritana (Jn 4, 1-42); a la adúltera (Jn 8, 1-11; y a la pecadora en casa de Simón el leproso (Le 7, 36-54).                                                  


VII. - Acceso a la vida intelectual.- Las mujeres se cuentan entre los discípulos del Jesús; y no sólo escuchan sus enseñanzas sino que le seguían y servían con sus bienes (Le 8, 1-3).


VIII. - Mujeres apóstoles.- De la samaritana no solamente consigue su conversión sino que la hace apóstol cuando convence a la gente de Sicar al decir que Jesús le ha revelado su condición de pecadora.

El Concilio Vaticano II (3)

EL CONCILIO VATICANO II (3)

Por José M" Catret Suay


El obispo, en su diócesis, tiene una potestad propia, que desempeña en nombre de Cristo, aunque regulada, en último término, por la suprema autoridad de la Iglesia según lo hemos visto en el artículo anterior. Los obispos regulan la administración del bautismo, son ministros de la confirmación, realizan las ordenaciones sagradas y fijan la manera de celebrar el sacramento de la penitencia, etc.

Hemos de recordar también, aunque este punto no aparece en el decreto que estamos estudiando ("Lumen gentium"), que en la solemne apertura de la 4a etapa conciliar, que fue el 14-septiembre-1965, Pablo VI tomó una decisión muy importante: por un "motu proprio" titulado "APOSTOLICA SOLLICITUDO", creó el llamado SINODO EPISCOPAL, una especie de "senado" de la Iglesia ; una institución calificada de "revolucionaria"(Rouquette), nueva, compuesta por un número indeterminado de obispos elegidos algunos por el papa y otros por las Conferencias Episcopales nacionales o regionales, como un órgano consultivo y deliberativo sobre alguna materia especial, que se reuniría cuando lo decidiese el papa. Ello le da un papel importante a las Conferencias Episcopales, y así hemos conocido recientemente el Sínodo sobre la Iglesia en Oriente medio y ahora otro Sínodo sobre la nueva evangelización. La Curia del papa, en Roma, sigue siendo órgano central ejecutivo y necesario, pero no decide ya sobre muchas materias ella sola.

La "Lumen gentium" trata también de los PRESBÍTEROS, o sea, los sacerdotes ordenados por los obispos, que celebran el culto, administran los sacramentos, dirigen algunos las parroquias, siempre bajo la autoridad del obispo del lugar, enseñan a los fieles, etc. Este decreto habla más de los obispos que de los presbíteros, y según el cardenal Suenens, arzobispo de Bruselas y de Malinas, no afrontó los problemas de muchos sacerdotes modernos que dudaban de para qué sirve el sacerdocio hoy día, si podían los casados ser sacerdotes, de si un sacerdote podía ser un obrero etc.. Pablo VI, en una carta al Concilio en vísperas de deliberar sobre el esquema de los presbíteros, prohibió que se hablase en el Concilio del celibato sacerdotal y se reservó el estudio de este tema. Los que se enfrentaban al celibato eran una pequeña minoría pero el celibato sacerdotal es una institución con más de 16 siglos de existencia que encuentra en el Evangelio y en san Pablo su fundamento, como dice el P. Rouquette S.J., quien afirma que incluso los protestantes lo están redescubriendo, pues es la mejor forma de imitar a Cristo y de servir eficazmente a la Iglesia. Los que lo aceptan viven con alegría esta norma de la Iglesia. Y no solo los "curas" sino los religiosos y muchos laicos que lo adoptan voluntariamente para mayor eficacia en su apostolado.

El decreto trata también de los DIÁCONOS, cuya ordenación les faculta para: administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la eucaristía, asistir al matrimonio, llevar el viático a los enfermos, leer el evangelio, presidir los funerales, entre otras. Normalmente el diácono se ordena como sacerdote al poco tiempo, pero en este decreto del concilio se establece que puede haber DIÁCONOS PERMANENTES, lo que es competencia de las Conferencias Episcopales y que, con el permiso del Romano Pontífice, pueden nombrarse como tales a hombres de edad madura casados o también jóvenes idóneos pero célibes.


LOS LAICOS.- Por laicos se entiende a todos los cristianos excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Este es un punto muy novedoso tratado por el CVII del que nos ocuparemos en el siguiente capítulo, (continuará).

CARACTER SAGRADO DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA (1)

CARÁCTER SAGRADO DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA (1)

PRINCIPALES RAZONES EN QUE SE BASA LA IGLESIA PARA AFIRMAR EL CARÁCTER SAGRADO DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA.

La respuesta se podría sintetizar de la siguiente forma: 1." Judíos y cristianos coinciden en atribuir dimensión sagrada a la Biblia. Unos y otros atribuyen la Biblia, al margen de la intervención humana, a un autor fundamental QUE ES DIOS. La Biblia es palabra de Dios.
Los hebreos así lo sostienen del AT. Y la Iglesia, asimismo, lo sostiene del AT y del NT. De aquí que la Biblia se conozca como la Sagrada Escritura.
El dogma de esta inspiración divina de la Biblia se recoge en el Concilio Vaticano I en estos términos. "Estos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, íntegros en todas sus partes,... han de ser recibidos como sagrados y canónicos... porque, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la misma Iglesia".
Y el Vaticano II, recoge estas palabras en el capítulo correspondiente de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación.
Esta doble fe hebrea y eclesiástica en la inspiración de los libros sagrados nace de un conjunto de HECHOS:
1. - Diversos textos como Nm 53, % Ex 24, 4, Is 30, 8; 36,2.28.32, cuando aluden a estar escrita por orden de Yahvé, o que son palabras de Yahvé, etc..
2. - El título de "libros santos" que le aplicó el judaismo, aunque en obras tardías: 1 Mac 12, 9; 2 Mac 8, 23.
3. - La postura frecuente de Cristo de basarse en el AT en muchas de sus controversias con fariseos y doctores. Asimismo lo hicieron los autores del NT: Hch 7, 42; cartas de Pablo, Apocalipsis.
Es paradigmático el encuentro de Jesús con los discípulos camino de Emaús (Le 24, 13 ss) ¡Quién hubiera podido asistir a esa divina pedagogía!
4. - Diversas citas del NT sobre la inspiración de la Sagrada Escritura como: 2 Tim 3, 14-17; 1 Ped 2, 19-21. Ambas cartas son luminosas! yo diría que la de Pedro la mejor, pues deja la puerta abierta a la divina inspiración incluso cuando se trata de interpretar lo que la Escritura nos dice.
Hay que concluir aludiendo a la VERACIDAD fundamentada en los Santos Padres --.San Clemente Romano, S. Hipólito Romano, S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino— y el punto 11 de la Constitución Dogmática sobre Divina Revelación: "...como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación."


ERREUVE

¿FALTÓ ALGO A LA PASIÓN DE CRISTO?

¿FALTÓ ALGO A LA PASIÓN DE CRISTO?


           No, de ninguna manera. Jesucristo vino a redimir al hombre con su Pasión, y lo hizo a la perfección, porque la víctima era Él que es Dios, y por lo tanto la víctima era divina. No se puede pedir más. Él era también y es el máximo sacerdote. Él es y era sumo sacerdote. Y eterno. No se puede pedir más. De modo que no hay ninguna duda.

Entonces, ¿porqué San Pablo dijo lo que dijo?. ¿Y qué dijo? Dijo esto: "Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su Cuerpo que es la Iglesia" (Col. 1,24).

Habrá que ver lo que explicó Cristo en los anuncios que hizo de su Pasión, que fueron varios, pero principalmente tres. El primero fue a raíz de la confesión de Pedro "tú eres el Mesías" (Me. 8,29). Entonces Jesús empezó a instruirles: " El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer dia" (Me, 8,11). Esto contiene los elementos sacrificiales exigibles, pero si se quiere mayor precisión, vino después el segundo anuncio de su Pasión, después de la Transfiguración diciendo así: "El Hijo del hombre va a ser entregado a manos de los hombres y lo matarán, y después de muerto, a los tres días, resucitará" (Me. 9,31). El concepto muerte aparece repetido con el indudable sentido sacrificial. Tercer anuncio, cuando Jesús va decididamente hacia Jerusalén: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán y a los tres días resucitará" (Me, 10 33-35). Los padecimientos están bien detallados: No escapa a la muerte: lo matarán.

Entonces, ¿ cómo ve Jesús sus sufrimientos, su Pasión, su muerte?

1°.- Bueno, Jesús no padece porque las cosas son así, porque así es la vida, hay que aguantar, qué le vamos a hacer. 

2o.- Tampoco padece porque es víctima de la maldad de los hombres. Él mismo explica por qué padece: "El cáliz que me ha dado mi Padre ¿no lo voy a beber?"(Jn. 18,11). Y Pablo hace lo mismo: tiene que padecer. Si quiere ser como su maestro, tiene que padecer. Si quiere ser su Apóstol, tiene que padecer. Todos los mártires de la Iglesia han procedido de la misma manera, padecer porque eran discípulos de Cristo.

San Gregorio de Nisa, obispo, dijo a este propósito: "No se nos oculta en qué sentido estaba Pablo al borde de la muerte y mortificaba sus miembros, y llevó siempre en sí mismo la mortificación del Cuerpo de Cristo, estuvo siempre crucificado con Cristo, no vivió nunca para sí mismo sino que Cristo vivió en él". En resumen, el mismo San Pablo da la explicación de sus palabras en la última frase, "a favor de su Cuerpo que es la Iglesia", porque es la Iglesia la necesitada de los padecimientos de sus hijos. Es decir, no basta con decir Cristo ya padeció y ya no hay que hacer nada más. Hay que agregar nuestros padecimientos a los suyos. Eso es lo que hizo S. Pablo.


Ángel Aguirre Álvarez. Consiliario

viernes, 25 de octubre de 2013

SEÑOR, ENSEÑAME A ORAR

HOMILIA.  DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO. 27 OCTUBRE 2013

¡Ten compasión de este pecador! 

¡¡Qué rápido pasa el tiempo!! Nos vamos acercando al final del año litúrgico. La Palabra de Dios va afinando en las actitudes fundamentales de nuestro discipulado. Después de la orientación a Dios que nos proponían las lecturas del domingo pasado, las de este domingo nos orientan a los demás. Los dos ejes fundamentales donde hacer presente nuestra vocación y seguimiento a Jesús: Dios Padre, con quien mantener una profunda relación de confianza obediente; y los hombres y mujeres de hoy, particularmente las personas más desfavorecidas o que sufren más directamente las injusticias. Hoy esta clave humana se nos pone en primer plano.

El evangelio nos alerta de un peligro, un pecado, demasiado extendido: el de la "aristocracia espiritual". Eso de creernos buenos y justos, sólo creernos, y mirar con desprecio a los demás; eso de encontrar la seguridad espiritual en nosotros mismos y creernos con méritos ante Dios. La parábola de Jesús, espléndida, deja las cosas en su sitio. Ante Dios queda justificado y admitido el que, desde el dolor por su debilidad, pide compasión.

¡Cuántas cosas importantes pasan en los últimos puestos! ¡Cuánta acción de Dios se da allí donde se sitúan los que saben de verdad presentarse ante Dios sin arrogancia, sin presumir de nada!

La oración verdadera nunca nos llevará a sentirnos mejores que los demás y menos a despreciar a los demás comparándonos con ellos. La verdadera oración sólo da entrañas de misericordia, como son entrañas de misericordia las del Padre.

La oración verdadera no nos pide un ejercicio de "baja autoestima". Nos basta con reconocernos tal como somos y, sobre todo, sabernos estimados, queridos por Dios.

Por lo demás, ¿cómo considerarnos justos cuando el clamor de los pobres y oprimidos crece sin cesar? ¿cómo mantener tranquila la conciencia ante tanta injusticia, lejana y cercana, que nos rodea? Lo dice el Eclesiástico: "los gritos del pobre atraviesan las nubes y no descansan hasta alcanzar a Dios". Hay demasiados gritos, demasiado desamparo, demasiado dolor como para sentirnos satisfechos con lo que hacemos.

Nosotros somos aquí y ahora las manos de Dios que levantan a los caídos, los pies de Dios que nos acercan a los abatidos, los ojos de Dios que descubren los necesitados, somos o tenemos que ser el corazón de un Dios que quiere que todos sus hijos vivan, y vivan abundantemente.

El apóstol Pablo nos presenta su bagaje: él ha corrido hasta la meta. También nosotros estamos llamados a llegar hasta el final en nuestro compromiso por el Evangelio, que es el compromiso por una vida más digna y plena para todos nuestros hermanos los hombres y mujeres.

Hace ya tiempo una escritora -Simone Weil- pronunció una de esas frases que merecerían estamparse en los corazones de todos los creyentes. Venía a decir que ella comprobaba cuándo una persona era de Dios, no por cómo hablaba de lo divino, sino por cómo hablaba de lo humano. Hacer encendidos discursos evocando la grandeza de la divinidad no es difícil, pero juzgar las cosas humanas con los criterios de Dios, como lo haría el propio Jesús, es otra cosa.

Los cristianos no hemos de ser personas de grandes palabras, sino de grandes afectos; los cristianos hemos de hablar de Dios con modestia, pero practicarlo y vivirlo con decisión.

Invoquemos como el salmista: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

Que así sea. 

Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-

viernes, 18 de octubre de 2013

PEDID

HOMILIA.  DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO. 20 OCTUBRE 2013


Perseverancia, insistencia, oración

Hay en el campo del espíritu una peligrosa enfermedad que desvirtúa el encanto de las cosas: es la rutina. El cansancio es generalmente una lacra de todo lo humano. Lo que un día fue deseo febril o posesión gozosa puede degenerar en aburrimiento. Esto sucede en el trabajo, en la vida profesional, en la vida matrimonial, en el trato con Dios por la oración. Las verdades que un día enardecían y hacían sentir cercano a Dios, pueden convertirse en tópicos que ya no dicen nada. Entonces se abandona la oración. "Dios no me hace caso; Dios no me oye". Es la desilusionada queja de quienes pueden sufrir una enfermedad, o pasan por una mala racha, o no tienen suerte con los hijos, o no les salen las cosas. Entonces dejan de rezar no sin negativas consecuencias.
¿Es verdad que Dios no nos oye? Para los que se desaniman y abandonan la oración propuso Jesús la parábola del Evangelio de hoy: la insistencia de una viuda ante un juez irresponsable.
Nos ayuda la primera lectura: Moisés es el gran mediador. Como Abrahán cuando tuvo que vérselas con Dios que quería destruir Sodoma o como los grandes profetas bíblicos que suplicarán a Dios para que se apiadara de su pueblo, Moisés es presentado en este texto como aquel que no cesa de interceder. El creyente no abandona la oración, sino que ora día y noche.
El tema de la oración, como el de la riqueza, es recurrente en San Lucas. El objetivo de la parábola del injusto juez y de la viuda "impertinente" es para explicar que tenían que orar sin desanimarse.
Una viuda en la cultura del tiempo de Jesús era una "doña nadie". La mujer viuda se siente, pues, desvalida. Esta situación le lleva a clamar justicia a tiempo y a destiempo. No le importan los "noes" ni el vacío del juez ante quien clama. Le importa que es lo único que puede hacer y, mientras implora justicia, le queda la confianza de alcanzarla. El silencio del juez y los desplantes no logran callarla. Insiste, no se desanima.
La actitud de la viuda es la que pone Jesús como ejemplo de oración constante a los discípulos. Y la razón es que "aun en el caso de que Dios fuera injusto" acabaría atendiendo el lamento. ¡Cuánto más si Dios es justo y bueno!
¿Qué es lo que mantiene en la perseverancia a la viuda? La viuda está indefensa. Ella lo sabe. Su única defensa es la insistencia.
Perseverancia, insistencia, orar siempre son actitudes que en nuestra sociedad no son muy bien comprendidas. Estamos acostumbrados a soluciones rápidas, inmediatas. "Yo no repito las cosas dos veces"... Preferimos aguantarnos, callarnos, quizá quedarnos sin nada antes que insistir. No está bien eso de insistir.
El mensaje de Jesús es bien diferente: la insistencia. Para insistir conscientemente una y otra vez hay que tener confianza. Insistir es una forma de creer en aquel a quien nos dirigimos... Si a Dios no le molesta la insistencia del creyente es porque en esa insistencia hay confesión de necesidad y confesión de fe. La fe capaz de insistir es la que, termina la parábola, es difícil encontrar en este mundo.
Parece que enseguida cambiamos la oración por el reproche: "Te lo he pedido no sé cuántas veces y no me escuchas", "Ya he dejado de pedírselo porque no me hace caso". Así somos.
Dios sale de su silencio si nosotros no entramos en él. No puede soportar por largo tiempo nuestra súplica si es continua y esperanzada. La convicción de que Dios está interesado en nosotros ha de ser mayor que los intereses que nos llevan a él.
Pablo, en la segunda lectura, hace hincapié en que la proclamación de la Palabra forma parte esencial de la misión de la Iglesia. Se trata de un anuncio que va de boca a oído, a la vez que de corazón a corazón y de testimonio a testimonio. La vida se acompaña con la razón del porqué y de las razones profundas que hacen vivir así.
Sería una equivocación pensar que nuestra oración solo es eficaz cuando conseguimos lo que hemos pedido a Dios. La oración cristiana es "eficaz" porque nos hace vivir con fe y confianza en el Padre y en actitud solidaria con los hermanos.
La oración es "eficaz" porque nos hace más creyentes y más humanos. Nos abre los oídos del corazón para escuchar con más sinceridad a Dios. Va limpiando nuestros criterios y nuestra conducta de aquello que nos impide ser hermanos. Alienta nuestro vivir diario, reanima nuestra esperanza, fortalece nuestra debilidad, alivia nuestro cansancio.
El que aprende a dialogar con Dios y a invocarlo "sin desanimarse", como nos dice Jesús, va descubriendo dónde está la verdadera eficacia de la oración y para qué sirve rezar. Sencillamente para vivir.
Toma tú la iniciativa de nuestros encuentros, Señor.
Sé tú el que provoque la oración, el que me impulse a retirarme,
el que me hable al corazón para gustar de ti,
el que me enseñe a alcanzar tu conocimiento
y el que no me deje despistarme con frivolidades.
Sabes que soy frágil, Señor, vuélveme fiel a ti. 

Que así sea.


Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-

martes, 15 de octubre de 2013

NOTAS SOBRE LA JUNTA PROVINCIAL (12)

  NOTAS SOBRE LA JUNTA PROVINCIAL (12)

Por Francisco Pellicer Valero

La circular n° 30, en 11 de febrero de 1987, contiene la referencia, entre otras cosas, de una conferencia sobre "La situación de la mujer judía en Israel a la venida de Jesucristo" cuyo resumen trascribo en los cinco apartados básicos de que se componía y por el interés del tema.

I.- En el orden SOCIAL.- La mujer judía estaba considerada más como objeto que como un ser igual al hombre. Esta discriminación se iniciaba ya desde el momento el nacimiento, ya que se recibía con gran gozo si se trataba de un niño (Jer 20, 15) y con indiferencia y aun tristeza (Eclo 22, 3) si lo que nacía era una niña. La mujer no participaba en absoluto en la vida pública. No se la admitía como testigo en los juicios. Era tan poco valorada su condición que los judíos varones alababan diariamente a Yahvé por no haber nacido mujeres.

II.- Respecto a la mujer en la familia, mientras era soltera estaba bajo la absoluta autoridad del padre, de tal modo que ni siquiera percibía el dinero que conseguía con su trabajo, ni le pertenecían los objetos perdidos que encontraba. Normalmente el matrimonio se acordaba entre los padres de los contrayentes; el padre podía casarla con un deforme, incluso venderla como esclava si se hallaba en grandes apuros económicos. Cuando se casaba, se encontraba en una situación de sirvienta frente al marido.

Como estaba permitida la poligamia, la esposa debe tolerar la existencia de concubinas junto a ella, circunstancia que no contribuía a la paz del hogar.
El DIVORCIO sólo existía para los hombres; en consecuencia, la esposa podía ser abandonada por el marido, pero no viceversa.
En cuanto al ADULTERIO, también la legislación judía hacía distinciones entre el varón y la mujer: el primero era considerado como tal únicamente cuando pecaba con una mujer casada o desposada. Si pecaba con una soltera o viuda, aunque él fuese casado, no se le consideraba adúltero.

III.- Referente a la LEY, las mujeres estaban exentas de los preceptos positivos vinculados a una época determinada del año; no estaban obligadas a peregrinar a Jerusalén. La enseñanza estaba prohibida a las mujeres. Tampoco tenían obligación de rezar diariamente el SHEMA o credo judío, como lo hacían los hombres.

IV.- En el Templo, las mujeres se situaban en un atrio separadas del atrio interior de los varones. Durante los días de su purificación, las mujeres no podían acceder al Templo, ni siquiera al atrio de los gentiles.

V.- En las sinagogas, también las mujeres se situaban en salas diferentes a las de los hombres y se limitaban exclusivamente a escuchar. Si no había por lo menos una decena de hombres no se celebraba el oficio divino, aunque la sala ocupada por las mujeres estuviese Llena.

Como podréis percibir a través de este resumen, la legislación mosaica y rabínica era temporal e imperfecta. Cristo la perfeccionó e hizo definitiva para todos los cristianos, como oportunamente pondremos de relieve.

El Concilio Vaticano II (2)


EL CONCILIO VATICANO II (2)
Por José Mª Catret Suay



La CONSTITUCION DOGMÁTICA "LUMEN GENTIUM", sobre la Iglesia (I) Se promulgó al final del tercer periodo de sesiones, el 21 de noviembre de 1964. Dice el concilio que la I. está fundada por Cristo para anunciar y establecer su Reino en todo el mundo, y aunque regida por pastores humanos, es el Buen Pastor quien la guía.

La I. de Cristo es una, santa, católica y apostólica, como rezamos en el Credo, y está gobernada en la Tierra por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. Se distingue el "sacerdocio común de los fieles" (pues debemos tener todos alma sacerdotal) del "sacerdocio ministerial" que se encarga de administrar los sacramentos. Esta Iglesia es el llamado "Pueblo de Dios", integrado por gentes de toda clase y condición, en la que se entra por el bautismo.

Una frase de gran contenido ecuménico es:"La I. se siente unida por muchas razones con todos los que se honran con el nombre de cristianos a causa del bautismo, aunque no profesen la fe en su integridad o no conserven la unidad de la comunión bajo el sucesor de Pedro".

También están ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras, aquellos que no han recibido el Evangelio, como el pueblo judío, al que Dios otorgó su primera Alianza y sus promesas, pues "Dios no se vuelve atrás". La salvación es también para los que creen en el Creador como único Dios, como los musulmanes, que tienen la fe de Abraham. Dios quiere que todos se salven, aunque no conozcan el Evangelio ni la Iglesia de Cristo, si hacen la voluntad de Dios conocida a través de su conciencia.

Trata de la JERARQUÍA de la I.: del papa, obispos, presbíteros y diáconos, de todos los que recibieron el ministerio de la comunidad y que presiden el rebaño del Señor y lo gobiernan.
Este esquema hubo de debatirse mucho pues había cierta oposición muy constante. Se temía que, al destacar la autoridad de los obispos, se reducía la autoridad del papa. Al fin se concretó que "así como, por disposición del Señor, san Pedro y los Apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles...Pero el colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto al Romano Pontífice, como cabeza del mismo, conservando el papa en su totalidad la potestad del primado sobre todos, tanto pastores como fieles. El Romano Pontífice tiene en la Iglesia, en virtud de su función de vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad. En cambio, el orden de los obispos tiene potestad sobre toda la Iglesia sólo junto con su Cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta cabeza.
"Cada uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de la unidad en sus iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia universal".Reconoce la importancia y función de las diferentes Conferencias Episcopales, con una disciplina propia de cada una de ellas, pero siempre con la unidad de la fe de la Iglesia universal.


Los obispos, aisladamente, no gozan de infalibilidad, pero sí cuando actúan juntamente con el Papa; esto aparece más claro cuando se reúnen en Concilio. El Papa, en cambio, goza de infalibilidad como Pastor y Maestro supremo de la Iglesia cuando proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral, y sus decisiones son irreformables pues han sido inspiradas por el Espíritu Santo; no necesitan ninguna aprobación ni se pueden apelar a ningún tribunal.(Una anécdota de Juan XXIII: le preguntó un periodista si era el papa infalible cuando hablaba; el papa le contestó con humor: Sí, cuando hablo "ex cátedra", pero yo procuro no hablar nunca "ex cátedra"), (continuará).

SILENCIOS




SILENCIOS


Cuando en la niñez o adolescencia quiere uno iniciarse en la música, y ataca el aprendizaje del solfeo, aprende un signo musical que se llama "silencio". Y aprende a valorar su importancia. Porque no se trata de que ese signo indique un momento de respiro o descanso, sino que tiene tanta importancia como los otros signos musicales. En realidad, la importancia del silencio cuenta en otros ramos de la expresión como puede ser la oratoria, el cine o la vida misma. Se suele hablar de la elocuencia del silencio, y dice el dicho: "el silencio es muy elocuente".
Pues bien, encontramos también silencios en la Biblia. Esos silencios han defraudado muchas veces nuestra curiosidad, cuando se trata de saber cosas que nos parece que en los Evangelios están poco explicadas. En eso precisamente se basa la existencia de los evangelios apócrifos: en rellenar imaginativamente la vida de Jesús, partes de la vida de Jesús que desconocemos por ser silenciadas.

Y aunque todos podemos citar ejemplos de pasajes evangélicos en los que vendría bien más aclaración, pueden citarse a este propósito los que aparecen en un artículo publicado en el periódico de la Santa Sede: Cuando la Biblia calla, de Fortunato Nwachiukwu. Parecen de momento preguntas pueriles y hasta impertinentes. ¿Y qué pasó, en la parábola del "hijo pródigo" ( Le. 15,31) al final de todo?. ¿Acabó el hijo mayor por incorporarse a la fiesta, aceptando la situación, convencido por la explicación del padre, o no entró siquiera al banquete?. Bueno es impertinente desasosegarse por una situación que no es histórica, sino simplemente era una parábola. Pero, ¿no demuestra lo arraigada que tenemos la curiosidad?
¿Y qué pasó cuando Jesús estaba hablando a la gente y le dieron el recado de que había llegado su madre y sus hermanos (Le.8,19) ¿.¿No contestó Jesús que su hermano, y su hermana y su madre eran los que hacen la voluntad de Padre?. ¿Y qué pasó a continuación?. Se puede decir que es una pregunta tonta, pero al lector le surge espontánea.

¿Y qué pasó después de que el guardia de Herodes trajo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista?. ¿Quedó satisfecha la bailarina a la que le había prometido aunque fuera la mitad de su reino?. Parece que sí, pero qué pasó con su cabeza, ya que el cuerpo lo enterraron sus discípulos. Los silencios entran, por tanto, en la composición de toda la melodía que es la Biblia. Sin ellos la Biblia no sería la misma. El suspense que crean los silencios mantiene el ánimo más despierto, compone interés por el desarrollo, nos arranca iniciativas al relato, y así la melodía adquiere musicalidad. Dios habla por la palabra y por el silencio. El escritor acaricia el relato para que a través de palabras humanas, se oiga la palabra divina: Dios te está hablando, se te está revelando, y eso quiere decir que te ama. El amor de Dios es el hilo conductor que pasa por los libros de la Biblia. La Biblia es por eso siempre actual. Siempre dice lo mismo: Dios te ama.


Angel Aguirre Alvarez. Consiliario

domingo, 13 de octubre de 2013

ES LA HORA DEL ANGELUS

“Es la hora del Angelus”

           

            La oración que tiene como base la salutación del Angel a María y que tan fuertemente está arraigada en la religiosidad popular nos introduce de pleno en uno de los mayores Misterios de la Historia de la Salvación: la Encarnación.

            Lo que en apariencia es un sencillo y entrañable ejercicio de piedad mariana es, como se nos recuerda en la Exhortación Apostólica Marialis cultus, la oración por la que "mientras conmemoramos la encarnación del Hijo de Dios, pedimos ser conducidos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección".

            Su estructura fundamental es el Ave María que nace de la contemplación del relato lucano de la Anunciación y que a su vez está íntimamente ligado al de la Visitación. No obstante la sencillez de su formulación, el desarrollo de la misma hasta culminar en la armonía y simplicidad de la actual forma ha llevado varios siglos.

            "Es la hora del Angelus" decíamos, pero ¿cual es realmente esa hora, ese tiempo? El rezo del Ave María como meditación del saludo del Angel a la Bienaventurada Madre de Dios era parte integrante de la Liturgia del IV Domingo de Adviento; también podía encontrarse la triple invocación del Ave en la anáfora de diversas Fiestas litúrgicas. En el ámbito monástico, esta plegaria encontró su "tiempo" tras el toque de las campanas que anunciaban la hora de Completas, la hora en que se creía había tenido lugar el anuncio del Angel: el Angelus de la tarde, que en el siglo XIV ya convenía en que se rezara de rodillas, con toda reverencia, por tres veces el Ave María con el texto más antiguo y difundido ya en aquel tiempo en la Santísima Annunziata de Florencia, el textus receptus que decía así "Ave, dulcissima et immaculata virgo Maria: gratia plena, dominus tecum: benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui Jesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis nunc et in hora mortis. Amen."
           
            La costumbre monástica montecasinense de rezar tres Ave Maria cuando la campana llamaba a la hora Prima, ya existente en el siglo XIII, quedó refrendada sin dificultad con el mandato del obispo de Parma de rezar conjuntamente tres Padrenuestros con las tres Ave Maria al toque matutino y, aún más reforzada por Bonifacio IX en un Breve en que indica que saludar por la mañana a Santa María es contemplarla como "stella matutina", intercesora ante Aquel a quien Ella engendró.

            Por último, el Angelus de mediodía, se remonta a mediados del siglo XV en que a la costumbre establecida del toque de campana del viernes a mediodía en memoria de la Pasión del Señor se unió la bula de Calixto III ordenando que al toque de campana se añadiera, diariamente, el rezo del Padrenuestro y el Ave Maria implorando la paz en la cristiandad y celebrando la victoria sobre los turcos del defensor de Belgrado Janos Hunyadi, a quien el Papa concedió el título de Christianae fidei defensor.

            Como antes decíamos, llevó algunos siglos que la oración del Angelus alcanzara su forma actual. En el siglo XVI se separaron las tres Ave María mediante los tres versículos bíblicos, tal como lo conocemos ahora, de profundo contenido teológico, y la oración conclusiva Gratiam tuam nos sitúa en el mismo corazón del misterio pascual.

            El primero de estos versículos (cuya primera palabra da nombre a este piadoso ejercicio) nos presenta a María como la primera receptora del Evangelio, la hija de Sión recibe el anuncio y la realidad de la Encarnación del Mesías prometido en su propio seno. En la segunda antífona, el Fiat de María en puro acto de fe, aceptación y total disponibilidad posibilita lo enunciado en el tercer versículo y en el prólogo del Evangelio de Juan: El Verbo se hace hombre sellando así la intervención salvífica de Dios en la Historia. El anonadamiento de Dios, misterio profundísimo, lleva inexorablemente a la cruz dado que la Encarnación está enfocada a la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, a la Redención.

            El de María es la inauguración de la Nueva Alianza.

V. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
R. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave María.
V. Ecce ancílla Dómini.
R. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave María.
V. Et Verbum caro factum est.
R. Et habitávit in nobis.
Ave María.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Orémus:
Grátiam tuam, quaésumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per Passiónem ejus et Crucem ad Resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.

          
Mª del Carmen Feliu Aguilella


viernes, 11 de octubre de 2013

EN TODO, DAD GRACIAS

HOMILIA.  DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO. 13 OCTUBRE 2013

EL QUE RECIBE EL DON DE DIOS, DEBE SER AGRADECIDO

La voluntad divina de salvar a todo el mundo ya se mostró en el Antiguo Testamento, tal como hemos escuchado en la primera lectura, donde Naamán., un pagano de Siria, es curado por el profeta Eliseo y hace una confesión de fe: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel" Y es Jesús, del linaje de David, quien la llevará a cabo por su muerte y resurrección. El evangelio de hoy también es como un anticipo.
Con el relato de los diez leprosos comienza la última parte del discurso de Jesús camino de Jerusalén. En la segunda parte la preocupación era cómo salvarse y quién se salva. La tercera parte la dedica el relator del Evangelio a presentar ejemplos de personas salvadas.
En términos estadísticos y en lenguaje deportivo el resultado final de esta curación es decepcionante: 1-9 (uno contra nueve). Nueve ingratitudes contra un agradecimiento. Se pueden buscar interpretaciones, disculpas, pero el resultado queda inamovible. Nueve regresaron a los suyos gritando: ¡suerte!. Uno volvió a Jesús para decir: ¡gracias!. En su curación vio el signo del amor de Dios y se creyó en la obligación de volver a dar gracias.
El agradecimiento es una virtud humana y cristiana fundamental. "Es de bien nacidos ser agradecidos", consagra la sabiduría popular. A dar gracias se aprende. Los padres enseñan a sus hijos a dar gracias: "¿Cómo se dice? ¿Le has dado ya las gracias? ¡Dile: gracias!"  Y poco a poco vamos aprendiendo que hay intervenciones de otros que exigen una respuesta nuestra de gratitud. Nos sale más espontáneo pedir que dar gracias. Y la acción de gracias es esencial porque es una confesión de reconocimiento del otro, establece una relación con el otro y nos aleja de aislarnos en nuestro propio territorio: "Como ya he alcanzado lo que quería, lo demás, los demás no me importan".
En nuestra civilización mercantilista cada vez hay menos lugar para lo gratuito. Todo se intercambia, se presta, se debe o se exige. En este clima social la gratitud desaparece. Cada cual tiene lo que se merece, lo que se ha ganado con su propio esfuerzo. A nadie se le regala nada.
Algo semejante puede suceder en la relación con Dios si la religión se convierte en una especie de contrato con él: "Yo te ofrezco oraciones y sacrificios y tú me aseguras tu protección. Yo cumplo lo estipulado y tú me recompensas". Desaparecen así de la experiencia religiosa la alabanza y la acción de gracias a Dios, fuente y origen de todo bien.
Recuperemos hermanos la gratuidad, origen y fuente de todo. Para vivir de manera agradecida es necesario reconocer la vida como buena; mirar el mundo con amor y simpatía; limpiar la mirada cargada de negativismo, pesimismo o indiferencia para apreciar lo que hay de bueno, hermoso y admirable en las personas y en las cosas. Cuando San Pablo dice que "hemos sido creados para alabar la gloria de Dios", está diciendo cuál es el sentido y la razón más profunda de nuestra existencia.
Qué bello y acertado lo que el Papa Francisco, en su visita a Asís, dijo a las clarisas.: "Las monjas de clausura están llamadas a ser rotundamente humanas, al goce de la vida. Son personas que saben perdonar, que entienden el sufrimiento humano. Vuestra humanidad viene por vuestro camino. ¿Y cuál es el sueño de una religiosa? La gloria.
Me entristece -añadió- cuando me encuentro hermanas que no son felices. Que sonríen pero como una asistenta, no con la sonrisa que viene de dentro. Siempre con Jesucristo. Hoy, en la misa, recordé que San Francisco había contemplado el crucifijo con los ojos abiertos, con el corazón, con la sangre. Esta es vuestra contemplación: la realidad de Jesucristo, no como una idea abstracta, porque seca la cabeza. Siempre con Jesús, Dios y hombre". 4-10-2013
Os invito a orar con la segunda lectura de hoy de San Pablo a Timoteo: "Es doctrina segura: Si morimos con El, viviremos con El.  Si perseveramos, reinaremos con El..."  Solo el amor es capaz de generar amor.
El cristiano agradecido sabe que su vida entera es don de Dios. Si partimos de que EL NOS AMÓ PRIMERO, todo lo demás es un puro regalo y nos obliga a estar en continua acción de gracias. ¿Qué sentido tendría nuestra Eucaristía si no reconociéramos que Dios ha derrochado amor hasta entregar a su Hijo por nosotros?.
El célebre moralista B. Häring dice esto: "La Iglesia será cada vez más una Iglesia curadora cuando sea una Iglesia más glorificadora y eucarística. Es el camino de la salvación: siempre y en toda ocasión es digno y justo dar gracias a Dios y alabarle"

Que así sea.

Alex Alonso Gilsanz
Párroco de Santiago Apóstol.  Ermua  -Vizcaya-